Carnaval… ¿Respetado?  El disfraz y la identidad en la infancia.

Carnaval… ¿Respetado?  

Estamos en plena época de preparación de disfraces en los colegios y escuelas infantiles. Llega la fiebre carnavalera con las consignas diarias: hoy en pijama, mañana con el pelo loco… 

Una locura más, vamos. 

Para muchos niños y niñas, esta es una época de ilusión y juego. Pero para otros, puede ser un auténtico suplicio. 

Cada año por estas fechas me acuerdo de un pequeño que vino a la escuela con un disfraz súper currado, muy original y que nos dejó a todos con la boca abierta. 

Llegó llorando. 

Mientras la madre estaba emocionadísima con lo bien que le había quedado el disfraz (a ella) y lo monísimo que iba su hijo a salir en la foto para los abuelos, el pequeño no dejaba de llorar. No hubo manera de sacar la foto. 

Y, te cuento un secreto, el disfraz le duró puesto exactamente 10 segundos después de que su madre se fuera. Estaba claro que no había querido disfrazarse. 

En nuestra escuela, por supuesto, nadie está obligado a disfrazarse . Pero, lamentablemente, en la mayoría de colegios y escuelas todavía no es así. 

Hablamos de crianza respetuosa todo el tiempo, pero luego nos olvidamos y hacemos estas cosas en Carnaval o en Halloween. (Por cierto, sobre Halloween ya hablamos en este post ). 

Para los adultos, el Carnaval puede ser una fiesta llena de alegría y tradición. Pero… 

🔹 ¿Te has parado a pensar si tu peque realmente disfruta disfrazándose?
🔹 ¿O si lo hace porque “toca” y no hay otra opción? 

El disfraz y la identidad en la infancia 

Para nosotros, los adultos, disfrazarse es divertido. Es un juego de roles, una forma de expresión y creatividad. 

Pero para los niños y niñas pequeñas, especialmente en la etapa de 0 a 3 años , la situación es muy diferente. 

A esta edad están en pleno desarrollo de su identidad. Aún están comprendiendo quiénes son y cómo se relacionan con el mundo. (Esto ya lo hablamos en este post ). 

Disfrazarse, en muchos casos, puede generarles confusión o incluso angustia. 

Porque un disfraz no es solo ponerse un traje. 

Implica adoptar temporalmente otra identidad, algo que los pequeños aún no terminarán de comprender. Para ellos, ver a su educador, madre o padre con una apariencia diferente puede ser desconcertante. 

Pueden preguntarse cosas como: 

  • ¿Dónde está mi profe? 
  •  ¿Por qué mi mamá o papá son diferentes? 
  •  ¿Si me pongo esto, sigo siendo yo? 

Por eso, antes de imponer un disfraz, pregúntate si realmente le apetece y si está preparado para ello. 

Carnaval y el juego simbólico 

Para que un niño disfrute del Carnaval, primero tiene que haber alcanzado cierta madurez en su juego simbólico . 

Es decir, debes comprender que: 

️ Aunque se ponga una capa de superhéroe, sigue siendo él mismo.
️ Aunque lleves un disfraz de animal, no ha dejado de ser un niño o niña. 

(Esto ya lo explicamos en este post ). 

Este desarrollo ocurre a ritmos distintos en cada pequeño. 

Por eso, lo ideal no es imponer el disfraz, sino ofrecerlo como una posibilidad. 

Por ejemplo, en lugar de exigir que se disfracen, podríamos: 

Dejar disfraces y accesorios a su alcance para que exploren libremente.
Respetar si no quieren participar. 

La imposición de los disfraces en las escuelas 

En muchas escuelas, el Carnaval se vive con entusiasmo. Hay desfiles, consignas y actividades temáticas. Pero a veces olvidamos lo más importante: 

 La opinión de los niños y niñas. 

¿Qué pasa si tu peque no quiere disfrazarse?
¿Qué pasa si le incomoda la ropa, el maquillaje o simplemente la idea de verse diferente?
¿Realmente queremos que participen porque les ilusiona o porque «así se ha hecho siempre»? 

Les convencemos con frases como estas:   

«¡Venga, que estamos de Carnaval!»
«Todos van disfrazados, no puedes ser la única que no.»
«¡Con lo que me ha costado hacer el disfraz, ahora te lo pones!» 

Pero, ¿y si en vez de imponer, escuchamos? 

  • ¿Nos hemos parado a pensar si los peques quieren realmente seguir el juego que imponemos los adultos con esto de las consignas de carnaval y los disfraces?  
  • ¿Nos hemos parado a pensar si un peque de 0-3 (incluso de 3-6), entiende toda esa algarabía se crea de repente sin saber por qué? ¿alguien se para a explicárselo?  
  • ¿Nos hemos parado a pensar si está cómod@ con ese disfraz que hemos comprado o hecho nosotros los adultos? ¿Ha elegido de qué quiere ir disfrazado?  
  • ¿Nos hemos parado a pensar si realmente quiere salir a la calle así ?   
  • ¿Le hemos preguntado si le apetece disfrazarse? ¿Si le apetece llevar justo ese disfraz o consigna justo ese dia ?  
  • ¿Se siente cómodo con la ropa, el maquillaje o los accesorios?  
  • ¿Le disfrazamos para que se lo pase bien él o ella o para tener una foto bonita que mandar a la familia?   

Porque para un adulto puede ser divertido, pero para un niño pequeño puede ser angustiante. 

Y aquí la clave: somos nosotros quienes queremos ese momento divertido, esa foto, ese disfraz. No ellos. 

A veces, se nos va la cabeza y no pensamos. 

Centros educativos, familias y Carnaval 

Si estamos de acuerdo en que hay que respetar la decisión de cada niño y niña , entonces… ¿Por qué hay escuelas que siguen imponiendo disfraces, desfiles y consignas diarias. 

Ojo, hay muchos centros que han reflexionado sobre este tema y lo abordan con respeto. Pero aún hay una inercia difícil de frenar. 

Aquí veo los dos frentes claros: 

🏫 Centros educativos:

Son los propios adultos en las escuelas quienes no se han detenido a cuestionar la tradición desde la mirada de la infancia. 

«Pero si esto siempre se ha hecho así.” 

Tal vez sea momento de hacer una pausa y repensar hacia dónde queremos ir. 

👨👩👧👦 Familias:

Con la emoción de la celebración, muchas veces damos por sentado que nuestros hijos deben participar, sin preguntarles cómo se sienten. 

Y cuando los centros intentan cambiar las cosas, a veces nosotros somos quienes exigimos que se mantengan “porque siempre ha sido así”. 

Pero la clave no es eliminar la tradición, sino replantearla desde el respeto. 

¿Por qué no hacer de Carnaval una celebración en la que la infancia tenga voz y voto? Una en la que disfracen si quieren, pero sin sentir la presión de tener que hacerlo.  

Y aquí es donde veo un pez que se muere la cola. Si nadie da el primer paso para cambiar las cosas, seguiremos girando en el mismo bucle: las escuelas imponiendo porque las familias lo esperan, y las familias esperando porque las escuelas lo imponen.  

Un carnaval respetuoso 

Si hay algo que tengo claro es esto: 

Cuando respetamos, nos respetan.
Cuando respetamos, enseñamos a nuestros hijos a escucharse, a poner límites ya tomar decisiones sobre su propio cuerpo y emociones.
Cuando respetamos, les mostramos que su voz importa. 

Y esto no solo se aplica al Carnaval. 

Se aplica a cualquier actividad en la que, sin darnos cuenta, tomamos decisiones por ellos sin preguntarles. 

¿Cómo encontrar el equilibrio? 

El Carnaval puede ser una oportunidad maravillosa para jugar, explorar y divertirse, siempre que se respete el ritmo y la personalidad de peque. En lugar de verlo como una obligación, podemos transformarlo en una experiencia de disfrute real.  

¿Qué podemos hacer entonces? 

  • Preguntar (con intención de escuchar): Preguntarles si quieren disfrazarse y respetar su decisión.  
  • No forzar la participación. Si no quieren disfrazarse, pues vale. Eso no implica que no puedan participar en la celebración.   
  • Crea espacios donde puedan experimentar con disfraces a su ritmo, sin presiones.  
  • Ofrecer opciones sin imponerlas.  
  • Reflexionar como adultos: ¿lo hacemos por ellos, por nosotros o por seguir la tradición sin cuestionarla?  

Porque celebrar el Carnaval no debería ser sinónimo de obligación. Y porque cuando ponemos la infancia en el centro, las tradiciones pueden evolucionar sin perder su esencia.  

Si queremos que el Carnaval sea una fiesta de verdad, dejemos que cada pequeño decida cómo vivirlo. Sin imposiciones, sin chantajes, sin presión social.  

Porque respetar su decisión es Educar con Otra Mirada.  

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AUTORA: Marian Rodríguez  Mamá y Maestra de Educación Infantil y Primaria.

17 de febrero de 2025
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