¡Pórtate bien! ¡Que los Reyes (y Papá Noël) lo ven todo!
Ya estamos en Diciembre, y la Navidad está aquí con ella,las luces, los villancicos, los horarios que se desordenan, la ilusión que se respira en las calles. Y también, claro, llega esa mezcla entre nostalgia, cansancio y ganas de cerrar el año con un poquito de calma. Para los peques, este tiempo es casi mágico: están más con la familia, no hay cole, los ritmos se aflojan y parece que la vida se vuelve un poco más suave.
Pero entre tanta magia, aparece una frase que sigo escuchando, que lleva generaciones dando vueltas y que, sin darnos cuenta, seguimos usando como si fuera una tradición más: “Pórtate bien que si no, los Reyes Magos no te traerán nada”, (o su versión con Papá Noël)
O sus variantes:
– “Te están mirando…”
– “Si te portas mal, te traerán carbón.”
– “No hagas eso, que luego no hay regalos.”
La oyes en la frutería, en el parque, en casa de la abuela, en las cenas de empresa… Es una frase tan instalada en la cultura que parece inofensiva. Pero cuando la miras con lupa, cuando la analizas desde la crianza respetuosa… suena a otra cosa. Suena a miedo. A chantaje. A control. Suena a esa pedagogía antigua basada en premios y castigos que tú y yo intentamos dejar atrás. Y aunque lo decimos sin maldad, casi como lo hicieron con nosotros, hoy sabemos que este tipo de mensajes —además de no funcionar— no educan, no construyen y, sobre todo, no respetan.
Así que te propongo hacer un pequeño viaje juntas: mirar con calma qué hay detrás de esta frase, por qué genera tantos efectos negativos y, sobre todo, qué alternativas reales y respetuosas tenemos para no caer en ella cuando estamos cansadas, saturadas o con la sensación de estar sosteniendo la Navidad entera sobre los hombros.
Porque sí, hay otra manera. Y es más coherente, más bonita y más luminosa para ellos… y para ti.
Lo que de verdad pasa cuando usamos el famoso “pórtate bien”
La escena te suena: tu peque hace una trastada, discute con su hermana, o simplemente está emocionalmente saturado y aparece la frase automática. Esa que desde fuera parece inocua, pero que por dentro lleva un mensaje implícito de amenaza.
Cuando amenazas a un niño con que Papá Noel o los Reyes Magos “no vendrán si no se porta bien”, estás enviando un mensaje mucho más profundo que un simple aviso navideño.
Le estás diciendo:
“Tu comportamiento determina si mereces amor.”
Sé que jamás dirías eso conscientemente. Pero en la mente de tu peque, así se traduce.
Además, piensa en esto: los peques viven estos días con muchísima emoción. Tienen más energía, se sienten más libres, hay cambios en las rutinas, el sueño se altera y tú también estás más cansada. Es normal que estén más “movidos”, más intensos, más sensibles.
Y en vez de acompañar esa emoción, la sociedad entera se dedica a lanzarles constantemente una pregunta absurda:
“¿Te has portado bien?”
En la tienda, en casa de la abuela, en la televisión, en redes sociales, en los anuncios.
Y tú ves sus caras. Ves cómo intentan entender a qué se refieren los adultos con “portarse bien o mal”.
¿Es comerse todas las verduras?
¿Dormirse sin protestar?
¿Es no enfadarse?
¿Es no pelearse con su hermana?
¿No tener rabietas?
¿No equivocarse nunca?
Piensa… de repente, lo que hacen y dejan de hacer está siendo evaluado por seres invisibles que “todo lo ven”. Ahí es nada… Suena bonito para un cuento… pero no para la vida real de un niño que necesita sentirse seguro y querido sin condiciones.
Y está claro que esto no lo pensamos y que lo hacemos sin querer. Igual que nuestros padres lo hicieron con nosotros, igual que miles de familias lo repiten sin cuestionarlo. Y lo hacemos porque estamos cansados, porque necesitamos que colaboren ya, porque sentimos que no podemos con todo. Lo entiendo. Yo también he estado ahí.
Pero esta frase no educa. No acompaña. No ayuda a madurar. No les enseña autocontrol, ni respeto, ni empatía. Solo instala en su cuerpo una creencia que quizá tú también has arrastrado durante años:
“Si no soy perfecto, no merezco que me quieran, que me cuiden o que me den algo bueno.”

La vigilancia mágica
En Navidad, los personajes mágicos tienen un papel fundamental: alimentar la ilusión, encender la imaginación, reforzar esa etapa de pensamiento simbólico tan rica y tan necesaria. Pero cuando los transformamos en jueces, la magia se convierte en vigilancia.
Y la vigilancia… en miedo.
Imagina por un momento ser un niño de 4 años y escuchar todo el día que alguien que no ves te observa mientras comes, mientras duermes, mientras juegas, mientras vas al baño.
¿A ti te daría tranquilidad?
¿O te haría sentir cuanto menos vulnerable?
Los niños y niñas en estas edades son muy literales y no entienden lo que para un adulto es exageración o broma. Ellos creen exactamente en lo que les dices.
¿Y si me equivoco? ¿Y si lloro? ¿Y si no tengo hambre? ¿Me quedaré sin regalo?
La incertidumbre emocional es agotadora para un niño. Y no se merece transitarla sólo para que los adultos tengamos “paz” durante unos días.
Chantaje, manipulación… ¡y mentira! aunque duela reconocerlo
Si somos sinceras… tú y yo sabemos que no vamos a dejar a nuestros hijos sin regalos. Ni tú, ni yo, ni prácticamente nadie.
Y ellos lo intuyen, aunque no puedan expresarlo.
Por eso, cuando repetimos estas amenazas año tras año, lo que perdemos no es su obediencia. Es nuestra credibilidad. Y recuperar la confianza perdida cuesta mucho más que poner un límite bien explicado. Esta manera de actuar lo que deja en evidencia es nuestra falta de habilidad y recursos para poner límites firmes desde el amor, y por eso recurrimos a Santa o a los Reyes para que nos hagan el trabajo sucio…por lo menos unos días al año.
Pero aunque a algunos no les guste reconocerlo esto es ni más ni menos que la pedagogía basada en premios y castigos de toda la vida, la herencia de una época donde la obediencia valía más que el bienestar. Pero tú sí estás leyendo esto, ya estás en otro lugar. Tú estás educando desde la conciencia, el respeto, y desde otra mirada.
El mensaje subliminal y horrible para ellos que estamos enviando a nuestros peques es “pórtate bien por miedo”. No porque es lo razonable, lo bueno para ti, porque te queremos y queremos lo mejor para ti… sino…“Pórtate bien” porque si te “portas mal”, el espía de la barba blanca y los hombres de los camellos, no te van a traer nada de nada. Así que sé obediente y haz siempre lo que te digamos porque eso es lo que la sociedad quiere que entiendas por «ser bueno». Obedece de manera ciega y así nunca tendrás problemas.
El chantaje funciona solo por un rato, porque genera obediencia rápida… pero nunca verdadera comprensión, ni desarrollo moral, ni autonomía. El niño actúa por miedo, no por convicción. Y ese tipo de obediencia —la ciega, la que se sostiene en amenazas— no educa para la vida real.
Las pedagogías activas defienden exactamente lo contrario:
🙌 Construir desde el respeto.
🙌 Educar desde la confianza.
🙌 Acompañar los límites de forma firme pero amable.
🙌 Fomentar la autorregulación y la empatía.
¿Por qué seguimos haciéndolo entonces?
Si sabemos que esta frase-chantaje no lleva a ningún ( buen) sitio… ¿ porque seguimos? Pues porque hay algo que no se suele nombrar, pero que es real: La Navidad nos toca emocionalmente a cada uno en mil sitios diferentes.
Las ausencias, el estrés, las prisas, el cansancio… los ritos y las tradiciones nos conectan con emociones que no podemos manejar o a veces que no queremos transitar, y la convivencia intensiva con amigos y familiares (a veces un poco impuesta u obligada), los niños de vacaciones y la dificultad para conciliar, sumado a la sobrecarga mental de organizar “la magia”, hacen que nos sintamos más vulnerables y tendamos a lo fácil.
Porque cuando vamos al límite, lo fácil es tirar de lo aprendido. Usar el relé de lo automático. Lo que escuchamos desde pequeños.
Es humano. No es un fallo.
Pero tampoco es el camino.

Los regalos no son premios: son vínculos
En teoría los regalos se hacen sin esperar nada a cambio, eso es parte del espíritu navideño, sirven para dar amor y generosidad al otro. Se supone que todos los niños se merecen regalos como señal de cariño… y sin embargo les decimos que si no se portan bien no hay regalo. Pero no se lo decimos a nuestra pareja, o a la abuela o al tío:
“Si no te portas bien este mes, no te voy a hacer regalo.”
¿Por qué entonces a un niño sí?
Un regalo es una expresión de afecto. Es una forma de decir: “Me importas. Te veo. Pienso en ti.” No es una recompensa por obedecer. No es algo que se gana. No es una herramienta de control.
Si tú te equivocas y tienes regalos ¿ por qué ellos no? Los niños merecen esa misma lógica.
Porque te quieren igual te equivoques o no. Y tú los quieres igual, hagan lo que hagan.
Pedagogías activas y Navidad: ¿son compatibles?
Totalmente. De hecho, las pedagogías activas van muy alineadas con vivir estas fiestas desde un lugar más consciente.
Reggio Emilia valora la expresión, la creatividad y la mirada simbólica del niño.
Montessori habla del ambiente preparado, de la libertad dentro de límites y del respeto absoluto por el niño.( hablaremos en otro post sobre si la Dra. Montessori estaba en contra de la tradición, de los reyes magos )
Waldorf pone el foco en la espiritualidad, en los ritmos, en lo vivencial y en la belleza como alimento para el alma.
Ninguna de estas pedagogías se sostiene sobre el miedo, el premio o el castigo.
Y mucho menos sobre chantajes emocionales.
En todas ellas, la Navidad puede vivirse como una oportunidad para:
✨ Celebrar la luz, lo que vuelve cada año.
✨ Conectar como familia desde la calma.
✨ Acompañar la ilusión desde la honestidad.
✨ Reforzar los vínculos sin expectativas irreales.
✨ Regalar presencia, tiempo y experiencias.
La magia no necesita amenazas. La magia es magia cuando no tiene condiciones.
Razones de peso para dejar atrás el “pórtate bien, que si no…”
1. Porque no es verdad
Tú ya sabes que los regalos no dependen de su conducta. Los tienes preparados desde hace semanas. Decir algo que no piensas cumplir solo estropea la confianza.
2. Porque da miedo
Ser vigilado por seres invisibles es aterrador si lo piensas. No genera magia, genera ansiedad.
3. Porque crea interés, no valores
Les enseña a comportarse bien “solo si hay recompensa». «me porto bien para recibir algo”, no porque entienda el porqué ni porque me importa el otro.
4. Porque son tu responsabilidad
Los límites se acompañan desde ti, con tu voz y tu presencia. No puedes delegar en personajes ficticios.
5. Porque no es respetuoso
Las amenazas no educan en la empatía, ni en la regulación emocional, ni en el pensamiento crítico. La crianza respetuosa sí. La amenaza no construye respeto. El ejemplo sí.
¿Qué hacer entonces cuando se te escapa el “pórtate bien”?
¿Y si ya lo has dicho mil veces? ¿Qué puedes hacer ahora?
Respirar. Tomar conciencia. Y reparar.
No necesitas sentir culpa. Todos hemos repetido alguna vez frases que nos dijeron a nosotros. Pero cada vez que tomas consciencia, se abre una oportunidad de cambiar los patrones aprendidos.
Si te vuelve a salir un “pórtate bien”, puedes añadir:
“Es broma, cariño. No depende de eso. Aquí siempre te queremos.”
Y si hace falta, pide perdón. Decir “me he equivocado” no te resta autoridad: te la multiplica.
Les enseña que los adultos también nos equivocamos y que aprendemos, y que el respeto va en ambas direcciones. Y que equivocarse no rompe nada cuando hay amor y reparación. Siempre podemos trabajar para hacerlo mejor. Afortunadamente, los niños no son como nosotros. Ellos y ellas siempre nos dan una segunda oportunidad.
Por una Navidad más luminosa y sin chantajes. Por una Navidad en la que recordemos lo esencial, la presencia, el vínculo y el amor.
AUTOR: Marian Rodríguez. Mamá de dos, maestra de Infantil y Primaria, Asesora de familias y de centros educativos.

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