Estableciendo Límites Saludables: Guía para Padres sobre Cómo y Cuándo Decir No
Si hay algo recurrente de lo que hablamos en nuestra escuela es de la necesidad de entender los límites y como ponerlos a nuestros peques, tanto en casa como aquí.
Algunas personas tienen la errónea imagen de las escuelas activas como sitios en los que no se les dice nunca “no“ a los niños y las niñas, y ya sabéis, nada más lejos de la realidad.
La mayoría de los conflictos en las relaciones personales sea con peques o con personas adultas, vienen derivados de cómo ponemos los límites. En general solemos entender los límites como algo negativo, pero en realidad son una herramienta que restablece el ambiente relajado y que aporta seguridad a todas las personas. Es una restricción que protege.
Eso sí, los límites con firmeza y cariño.
Hoy en día sabemos que la mejor forma de ayudar a nuestros peques a desarrollarse es contribuyendo a crear en su cerebro conexiones que producirán en su futuro mejores relaciones, mejor salud mental y una vida más plena. Según las palabras que elijamos y las acciones que tengamos con ellos, el cerebro de nuestro peque irá cambiando y se construirá, mientras pasa por nuevas experiencias que le darán información sobre cómo comportarse en situaciones futuras.
Por eso es importante amar a nuestros peques y darles lo que necesitan, y entre todo eso está emitir límites claros y coherentes, que les permita tener confianza en las situaciones previsibles de su día a día. Necesitan entender cómo funciona el mundo y esto lo hacen a través de nuestras reacciones y comportamientos.
Los adultos somos quienes regulamos a los peques. Ellos aprenden en la seguridad de la familia cómo comportarse y así serán más capaces de saber cómo comportarse en otros entornos. Necesitan experiencias repetidas y ver de qué manera nosotros actuamos ante éstas, y así se irán realizando esas conexiones cerebrales tan deseables para situaciones futuras.
Entonces, ¿Por qué es importante poner límites con firmeza y cariño?
- Porque es necesario crear conexión con nuestros peques antes de corregir comportamientos. Gritar no conecta, aleja.
- Porque, aunque los premios y castigos tienen efectos inmediatos en nuestros hijos, ya está más que demostrado que el efecto a largo plazo es negativo. Es más “difícil” como padres y más cansado a veces poner límites con firmeza, pero desde el amor y el cariño, pero sabemos que a la larga es mucho mejor y, al fin y al cabo, ¿no es esto lo que queremos todos los padres y madres?
- Si ponemos los límites sin amor: generamos Miedo.
- Si ponemos los límites sin firmeza: generamos Confusión.
- Si no ponemos límites no educamos y por consiguiente no crean conexiones cerebrales y no les enseñamos a tomar buenas decisiones por sí mismos.
- Es necesario mostrar conductas más apropiadas y ayudarles a encontrar un comportamiento mejor que les permitirán afrontar dificultades en el futuro sin nuestra presencia.
- Los niños y niñas necesitan ver en nosotros los adultos, personas confiables que responden de la misma manera ante las mismas situaciones. Somos sus reguladores y los que debemos hacernos cargo de las situaciones.
Errores más comunes a la hora de poner límites a nuestros peques:
- No poner límites claros. Mejor que sean pocos, pero claros. Y claros para ambas partes. Lenguaje sencillo y pocas palabras. Es mejor poner pocos límites, tres o cuatro fáciles para los niños, pero que sean fijos y seguros. Debemos hacernos responsables en primera persona del límite. No es lo mismo decir “No se pega” que “Yo no dejo que pegues a …”.
- La falta de coherencia y la inconsistencia. Es muy importante llegar a acuerdo con tu pareja o con tu equipo o pareja pedagógica si estás en un aula. Si no somos coherentes les confundimos y les generamos inseguridad. Nosotros somo los adultos y no somos confiables si cada vez decimos una cosa diferente.
- Demasiada información. No necesitan “charlas” de dos minutos, sólo pocas palabras. Recuerda que es tan importante las emociones que trasmites como lo que dices. Acompañar la frustración, y decirles lo que si pueden hacer. El “No juegues a la pelota”, se puede cambiar por, “No te dejo jugar en clase a la pelota, puedes jugar a la pelota en el patio”.
- Tener miedo a la reacción de peque. De nuevo ellos nos ven como adultos no confiables porque nos ven con miedo, y dejamos de ser consistentes. Si no somos constantes y consistentes, si no hacemos cumplir siempre el límite, transmitimos arbitrariedad, inseguridad… porque a veces ocurre y otras no. ¡Y les hacemos un lío! Debemos aprender a sostener las emociones de nuestros peques. Las emociones más incómodas también.
- No dar ejemplo con lo que hacemos. Si gritamos, ellos gritan. Y no podemos pedirles que no lo hagan porque están aprendiendo de sus adultos confiables y de referencia. Aprender a gestionar nuestra propia frustración y mostrarles cómo nos calmamos o intentamos llegar a soluciones les llega mucho más que lo que les decimos.
Y lo más importante. Ningún niño o niña va a escucharnos si tiene las emociones a tope. Si está alterado será incapaz de escucharnos y los límites no llegarán. Primero será imprescindible conectar con ellos, ayudarles a calmarse y luego ya habrá tiempo para dar explicaciones y redirigir el comportamiento. Cuando esté tranquilo, ya le explicaremos el porqué de ese límite, o puede incluso que en ese momento el peque ya no necesite la explicación.
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AUTORA: Marian Rodríguez Mamá y Maestra de Educación Infantil y Primaria.
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