Descubre por qué el «pero» invalida tu disculpa y cómo pedir perdón de forma respetuosa fortalece el vínculo con tus hijos.
Todos, absolutamente todos, cometemos errores, incluso con nuestros hijos. Por el hecho de ser adultos no quedamos exentos de meter la pata. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto reconocer nuestros errores y pedir perdón a nuestros hijos e hijas?
Reconocer que hemos hecho algo mal y disculparnos no es fácil en general, y más si a quien hemos hecho algo es alguien a quien queremos. Cuanto más si es nuestro hijo o hija cuando son pequeños o en la adolescencia, y además es más complicado aun si pensamos que pedir disculpas supondrá una perdida de autoridad. Pero realmente lo que le estamos enseñando es la conducta correcta, sin embargo, muchas veces lo complicamos más de lo que deberíamos.
La frase típica es: “Perdona… pero…”. Y ese “pero” anula el perdón. Porque lo que iba a ser un acto de humildad y conexión, se convierte en una justificación.
Hoy quiero hablarte de por qué es importante aprender a pedir perdón de forma respetuosa, qué significa realmente disculparse con los niños y cómo hacerlo desde la educación emocional y la crianza respetuosa.
El error del “pero” en nuestras disculpas
Eso sí, antes de pedir perdón, es importante observarnos a nosotros mismos para saber la culpa que sentimos, y desde qué lugar estamos pidiendo perdón. Para poder transformar la culpa que sintamos en responsabilidad y no le transmitamos la culpabilidad al peque. Debemos reconocer el daño y expresar que lo haremos mejor.
Por ello el “pero” debe salir de nuestras disculpas.
Seguro que lo has escuchado —o incluso dicho— más de una vez:
- “Perdona… pero es que estaba nervioso.”
- “Lo siento… pero si tú no hubieras hecho…”
¿Ves lo que pasa? Con ese “pero” justificamos el error. Y al justificarlo, lo que escuchan nuestros hijos no es un reconocimiento, sino un reproche. En lugar de sentirse acompañados, se sienten culpables y les cargamos a ellos con nuestra culpa en vez de hacernos responsables de lo que hemos hecho.
La Neuroeducación nos enseña que los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos, ( te hemos hablado ya de eso en este artículo ) . Si cada vez que pedimos perdón añadimos un “pero”, les enseñamos que asumir responsabilidades está condicionado, que siempre hay excusas. Y que la responsabilidad o la culpa siempre es de otro. No podemos expresar nuestro arrepentimiento culpando a otro de nuestro mal comportamiento.
Por qué es importante pedir perdón a los hijos
Los padres y madres somos modelos de comportamiento para nuestros hijos y siempre nos están observando, somos sus reguladores y su ejemplo. Somos sus personas de referencia, las más cercanas y por eso es fundamental que nuestra conducta sea adecuada si queremos que la suya en el futuro lo sea también. Si tu reconoces que te has equivocado, ellos lo harán también.
Muchos adultos sienten que pedir disculpas a sus hijos los hace parecer débiles. Pero es justo lo contrario: cuando un padre o una madre sabe cómo pedir perdón a los hijos de forma sincera, les transmite:
- Que los errores forman parte de la vida. Todos nos equivocamos, y reconocerlo nos ayuda a crecer.
- Que la relación es más importante que el orgullo. La conexión emocional se fortalece cuando somos honestos y sinceros.
- Que la comunicación positiva es posible. Hablar desde el respeto y la humildad enseña más que mil sermones.
Pedir perdón de manera sincera es una herramienta poderosa de educación emocional en nuestra casa.
Cómo pedir perdón a los hijos de forma respetuosa
Aquí te dejo algunas claves prácticas para evitar caer en el “pero” y aprender a disculparte de verdad:
1. Reconoce tu error directamente
Di lo que hiciste sin añadir justificaciones. Ejemplo:
👉 “Perdona, te grité y no tenía que haberlo hecho.”
2. Evita el “pero” y las excusas
No culpes al niño ni a la situación. El error es tuyo, y eso es lo que hay que reconocer.
3. Habla desde la empatía
Pon en palabras lo que pudo sentir tu hijo.
👉 “Imagino que te sentiste triste o enfadado cuando te grité.”
4. Repara el daño
Ofrece una solución o muestra disposición a cambiar.
👉 “Voy a intentar respirar antes de levantar la voz.”
5. Da ejemplo
Cuando los niños ven que sus padres saben pedir perdón de forma respetuosa, aprenden que asumir la responsabilidad es un acto de valentía.
Lo que enseña un perdón sincero
Pedir perdón a los hijos no solo repara una situación concreta. También deja huellas profundas en su manera de relacionarse con los demás. Un perdón sincero enseña:
- Respeto mutuo: nadie está por encima del otro.
- Confianza: papá o mamá reconocen sus errores, y yo también puedo hacerlo.
- Humildad: equivocarse no es un fracaso, es una oportunidad de aprender.
- Comunicación positiva: las palabras pueden sanar o herir; saber elegirlas importa.
El impacto del “pero” en la autoestima de los niños
Cuando usamos el “pero” en nuestras disculpas, sin darnos cuenta trasladamos la responsabilidad al niño. Esto puede generar en ellos:
- Culpa injusta: sienten que la situación fue “su culpa”.
- Desconfianza: perciben ( de sobra) que nuestras disculpas no son sinceras.
- Baja autoestima: creen que sus emociones no son válidas.
Por eso, aprender cómo pedir perdón a los hijos sin excusas no es solo un detalle de crianza: es un acto de respeto que construye su seguridad emocional.
Ejemplos prácticos: del “pero” al perdón sincero
- ❌ “Perdona… pero estabas muy pesado y me cansé.”
- ✅ “Perdona, estaba cansado y no tenía que haberte contestado así.”
- ❌ “Lo siento… pero si recogieras tus cosas no me enfadaría.”
- ✅ “Lo siento, me enfadé y te grité. Intentaré no hacerlo más.”
Estos cambios sencillos convierten un perdón a medias en un verdadero acto de educación emocional en casa.
Pedir perdón no nos hace perder autoridad. Al contrario: nos convierte en padres y madres más humanos, cercanos y coherentes. Cuando sabemos cómo pedir perdón a los hijos sin excusas, les damos un regalo enorme: la certeza de que son valiosos, escuchados y respetados.
La próxima vez que vayas a decir “perdona… pero…”, recuerda: lo importante no es justificar, sino reconocer y reparar. Eso es lo que realmente fortalece el vínculo.
¿Te apetece seguir aprendiendo y tener más herramientas para acompañar a tus peques con calma y respeto?
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AUTOR: Fernando Bueno Padre de 2 y Guía Montessori.
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